jueves, 27 de junio de 2013

ERGUIDO-CUAL-MONTAÑA (6 - 3)

Campo de Batalla (Umbra Media)

De todos sus hermanos, Crow fue el que mostró mayor preocupación por Canción-Oculta una vez que salieron de White Hills. A pesar de que el alfa de la manada de las Cinco Garras de Gaia fingía encontrarse mejor, el Fianna lo conocía demasiado bien para saber que eso no era cierto. "Necesita encontrar a ese tipo y arreglar las cuentas que tienen pendientes", opinó para sí. "De lo contrario, su rabia lo consumirá por dentro."

El nuevo camino que estaban siguiendo era un viejo sendero de tierra despejada, que salía perezosamente de las colinas para adentrarse en una región más llana. Si la niebla les hubiese dado un maldito respiro, podrían conseguir mejores indicaciones para orientarse a través de esta zona, pero, por supuesto, ese no había sido el caso. Ni siquiera pudieron dejar atrás los gritos y los ruidos de las batallas pasadas que se repetían para siempre en este reino.

Lars les guiaba como mejor podía siguiendo las vagas indicaciones de la "brújula", seguido de cerca por Raimorantha y Susurros-del-Pasado, mientras que Faruq y él iban al mismo paso de Canción-Oculta. Avanzaban juntos como un grupo disperso, tratando de no perderse nunca de vista. El Theurge les había advertido que si se separaban demasiado, podrían necesitar varios años para reencontrarse de nuevo. Fuera cierto o no, el resto se había tomado muy en serio su advertencia.

Sin previo aviso, el suelo bajo sus pies se volvió más duro y consistente, transformándose en una roca tan negra como la misma noche, cuyo color delataba un origen volcánico. Al mismo tiempo, los fuertes gritos de guerra o dolor, las explosiones y los disparos enmudecieron al mismo tiempo. En la soledad de aquel camino cubierto de niebla, los seis Garou se detuvieron expectantes. El silencio les resultaba ahora más amenazador que cualquier sonido de batalla. Crow miró fijamente a Lars buscando respuestas, pero el Theurge parecía tan perdido como él.

-Hemos llegado-, susurró para que lo oyeran los demás.

Permanecieron quietos durante unos minutos esperando. Al principio, pensaban que serían testigos o participes de un nuevo escenario bélico del Campo de Batalla, pero cuando no ocurrió nada, Crow temió que hubiesen caído de cabeza en algún tipo de emboscada amparada en la niebla. Nuevamente, ésta tampoco se produjo. El Fianna estaba desconcertado.

-Sigamos el sendero-, sugirió por fin Canción-Oculta.

Cuando avanzaron de nuevo la niebla retrocedió ante sus pasos, como lo haría la oscuridad frente a la luz, revelando poco a poco una gran llanura de roca negra que se extendía más allá de donde alcanzaba la vista. Justo en ese mismo instante apareció un pequeño cartel de madera cuya superficie mostraba arañazos grabados en la madera, que en realidad eran signos del ancestral idioma Garou.

-¿Qué pone aquí?-, quiso saber intrigado el Fianna. Aunque podía hablar el idioma natural de los hombres lobo, no había sido iniciado en los misterios de su escritura.

-Indica que nos acercamos a la Llanura del Apocalipsis-, acertó a decir Susurros-del-Pasado.

Crow sintió un repentino escalofrío subiendo por su brazo derecho para extenderse luego a todo su cuerpo. Apocalipsis. La Batalla Final. El Último Día. En la cultura Garou, existían muchos nombres para describir ese terrible momento, cuando se decidiría el destino final de Gaia y de todas sus criaturas. Incluso los humanos que no pertenecían a la Parentela habían adoptado esa idea en muchas de sus propias religiones.

-No puede ser-, rechazó Canción-Oculta. -Lars, dijiste que en el Campo de Batalla se recrean todos los conflictos que han tenido lugar en el pasado, ¿verdad? Si el Apocalipsis todavía no ha ocurrido, ¿por qué ocupa una región de este reino?

-No lo sé-, respondió Lars mirando de nuevo con frustración su brújula en busca de respuestas.

-Tal vez ya no estemos en el Campo de Batalla-, aventuró Crow en voz alta. -La niebla y los gritos han desaparecido...

-Pero el cartel no-, le contradijo secamente Susurros-del-Pasado.

-¿Y qué?-, gruñó él a modo de respuesta.

-¿Qué importancia tiene?-, gruñó Raimorantha irritado. -Movámonos.

-Cierto-, asintió Canción-Oculta. -Sigamos el camino.

-.-

Crow no sabía cuánto tiempo habían estado caminando hasta que lo vieron. Estaba seguro de que no había pasado un día, si es que la sucesión de los días y las noches seguía un orden natural en aquel reino. En cualquier caso, llegó un momento en que vieron el campamento. Al principio, sólo era un parche en mitad de aquella inmensidad oscura. Sin embargo, a medida que se fueron acercando pudieron observar mejor el mar de tiendas y pabellones que lo formaban, con las banderas e insignias de las doce tribus que componían la Nación Garou ondeando mecidas por el viento. A Crow le llenó de orgullo divisar los emblemas de los Fianna en aquel lugar. Por supuesto, el campamento no estaba vacío. Aquí y allá grupos de hombres lobo se retaban entre sí o participaban en batallas simuladas, como un ejército que se preparase para un combate inminente. Además de ellos, también había allí muchos espíritus, de los cuales las Lúnulas parecían ser las más numerosas.

Los seis Garou perdieron algunos minutos discutiendo si debían dejarse ver o no, pero la mayoría, entre los que se encontraba él, decidió que sí. Tanto si esos hombres lobo eran sombras de un futuro conflicto como si, por el contrario, eran verdaderos Garou como ellos mismos, podrían conseguir información muy útil hablando con ellos. No obstante, cuando apenas habían dado unos pocos pasos, descubrieron que una mujer les estaba observando intrigada a pocos pasos de distancia. De aproximadamente treinta años, tenía una larga melena de color rubio oscura, ojos azules y una mandíbula cuadrada. La punta redonda de su nariz resaltaba ligeramente un poco más de lo debido, quizás ayudada por la complexión delgada de su cuerpo. De algún modo, se había acercado a ellos sin ser vista ni oída.

-Sed bienvenidos-, les saludó con desparpajo. -Me llamo Gillian Ladrona-de-Secretos y soy una Ragabash de la tribu Fianna. ¿Quiénes sois vosotros?

-Gracias, Gillan-, respondió Susurros-del-Pasado. -Somos las Cinco Garras de Gaia. Canción-Oculta es nuestro alfa, un Philodox de la tribu de los Colmillos Plateados. Lars Sacrifica-Su-Propio-Ojo es un Theurge de la Camada de Fenris, Faruq es un Ragabash de los Caminantes Silenciosos, Crow Erguido-Cual-Montaña es un Ahroun de tu misma tribu y yo soy Susurros-del-Pasado, un Galliard de los Señores de la Sombra.

-¿Y tú?-, quiso saber ella preguntándole al otro Garou que viajaba con ellos.

-Me llamo Raimorantha-, respondió el aludido con orgullo. -Soy un Ahroun de la Camada de Fenris.

-¡Estupendo! Vuestra ayuda es bienvenida. El Ejército del Apocalipsis siempre necesita nuevos reclutas. Seguidme y os enseñaré esto.

-Me temo que debe haber un error, Gillian-, dijo Canción-Oculta con suma cautela. -No somos reclutas. Estamos inmersos en una búsqueda espiritual al servicio del Gran Uktena y, por alguna razón que todavía no entendemos, nos ha traído hasta aquí.

-Bueno, si vuestro tótem os trajo a la Llanura del Apocalipsis es evidente que quiere que os convirtáis en guerreros de nuestro ejército.

-¿Contra quién lucha el Ejército del Apocalipsis?-, preguntó Crow con curiosidad. -Veo mucho movimiento en el campamento pero ningún enemigo cerca.

-El enemigo todavía no ha venido, pero lo hará cuando llegue el Apocalipsis-, respondió ella con seguridad. -Hasta ese momento, nos entrenamos duramente y ponemos a prueba constantemente nuestras habilidades.

-¿Aquí?-, preguntó Faruq.

-Eso es. Cuando llegue el Último Día, las hordas del Wyrm invadirán la Umbra, comenzando por la Llanura del Apocalipsis. Sólo podrán ser derrotadas aquí y nosotros las aplastaremos. No importa cuántas Perdiciones lancen los amos de Malfeas contra nosotros, las aplastaremos a todas y salvaremos a Gaia.

-¿Y hasta entonces sólo os dedicáis a entrenaros?-, preguntó Canción-Oculta con incredulidad.

-No tiene sentido-, gruñó Raimorantha. -Si queréis afilar vuestras garras, deberíais asaltar las madrigueras del Wyrm, no esperarle mansamente en esta llanura.

-No lo entendéis. Nadie sabe cuándo estallará el Apocalipsis, pero cuando lo haga, será de forma repentina. No habrá tiempo para grandes planes ni estrategias. Es preciso que permanezcamos en la Llanura del Apocalipsis como tropa de avanzada para enfrentarnos al enemigo cuando dé la cara.

-Lo que tú no entiendes es que el enemigo ya está atacando a la Gran Madre-, replicó airadamente Susurros-del-Pasado. -La verdadera batalla se está librando en Gaia y no en esta llanura.

-Es cierto, Ladrona-de-Secretos-, intervino Crow. -Los siervos del Wyrm están redoblando sus ataques en el reino físico. Incluso me avergüenza reconocer que se han perdido algunos túmulos por nuestros clanes. Vuestro ejército debería regresar y combatir por Gaia en su reino.

-¡Es aquí donde se producirá la gran batalla!-, gritó ella con un fervor lleno de fanatismo. -¡En la Llanura del Apocalipsis! Podéis uniros a nuestras valientes filas o marcharos como perros cobardes. Vosotros elegís.

Su voz alcanzó un tono rabioso e inconscientemente adoptó la forma Crinos. Crow reaccionó de inmediato temiendo un ataque y adoptó la misma forma de guerra, mientras que Raimorantha se transformó en el lobo prehistórico que los Garou llamaban Hispo, enseñando los colmillos ante el insulto velado contra su coraje. Sin embargo, Canción-Oculta alzó sus manos para contenerlos mientras miraba a la mujer lobo.

-No queremos enfrentarnos contigo-, le intentó explicar. -Ahora tenemos que resolver una búsqueda espiritual, pero te aseguro que luego volveremos a Gaia para defenderla. Tú y todos los demás que os entrenáis tan duramente en este lugar deberíais hacer lo mismo, antes de que no quede nada que podáis defender en la Llanura del Apocalipsis.

-Nuestro ejército no necesita cobardes. ¡Marchaos!

-¡Vigila tus palabras o te arrancaré las tripas!-, ladró Raimorantha.

-¡Déjala en paz!-, gruñó Crow, interponiéndose entre ellos dos.

-¡El ojo de Kraken vuelve a marcar una dirección!-, anunció Lars sorprendido al percatarse de ese hecho.

Raimorantha parecía más interesado en cumplir sus amenazas contra Gillian, pero Crow frustraba cualquier intento por su parte de saltar contra la Ragabash. El Fenris le miró a los ojos y ladró amenazante, intentando someterlo. Crow sintió su salvaje ferocidad, su rabia latente, pero a pesar de todo mantuvo valientemente la mirada, sin dejarse atemorizar. Ninguno de los dos supo cuál sería el final del duelo de miradas, ya que Canción-Oculta los separó poniéndose entre ellos en forma humana.

-¡Vámonos!-, ordenó. -¡Ahora!

Crow se apartó de mala gana obedeciendo las órdenes de su líder. Lars estaba girando la "brújula" a un lado y a otro, como si quisiese comprobar que la nueva dirección era la correcta, mientras que Susurros-del-Pasado y Faruq no se separaban de él.

-No eres mi alfa-, gruñó Raimorantha, dando un paso hacia delante.

-No, no lo soy-, reconoció el Philodox, -pero ella nunca podrá lograr que nadie dude de tu valor, hijo de Fenris. No es digna de tu ira. Ven con nosotros, todavía nos queda un largo viaje y estoy convencido que encontrarás enemigos de tu talla.

Raimorantha tardó en decidirse unos largos segundos, pero finalmente dio la espalda a la Ragabash. Aliviado, Canción-Oculta también le dio la espalda, sin despedirse y los seis Garou volvieron a ponerse en marcha, saliendo fuera del camino. Crow echó un último vistazo atrás. Una manada de mujeres lobo, Furias Negras a juzgar por el color de sus pelajes, se había acercado a Gillian, seguramente para averiguar qué había pasado. "¿Cuántos túmulos se habrían salvado si hubieran estado allí estos guerreros?", se preguntó el Fianna a sí mismo mientras negaba con la cabeza. La niebla les envolvió rápidamente como una pesada mortaja fantasmal, limitando de nuevo su visibilidad, y volvieron a escuchar los gritos y los ruidos propios de un millar de batallas.

lunes, 24 de junio de 2013

FARUQ (6 - 3)

Campo de Batalla (Umbra Media)

Faruq y el resto de los Garou se internaron en la pesada neblina, volviendo a perder muy pronto la capacidad de orientarse. "No importa", se tranquilizó a sí mismo el Ragabash. "Es la Umbra. Se supone que aquí todo tiene que cambiar, ¿verdad?" Poco tiempo después, tuvieron que ocultarse cuando un pequeña patrulla de tanques cruzó los restos del bosque a una distancia demasiado corta para su gusto. Sin embargo, la niebla omnipresente evitó que fuesen vistos y les permitió escapar sin tener que enfrentarse a ellos.

Utilizando su brújula-fetiche, Lars les guió hasta que llegaron al firme asfaltado de una carretera de dos carriles, sembrada de pequeñas grietas y numerosos cráteres. De algún modo que no supo explicar, el Caminante Silencioso sentía la seguridad de saber que por ahora estaban a salvo, como lo habían estado cuando dieron sus primeros pasos en el reino sobre la calzada romana que los condujo a Stuttgart.

Moviéndose en completo silencio para no llamar la atención de los belicosos habitantes espirituales del reino, se dirigieron hacia la izquierda, dejando atrás numerosos carteles con anuncios a destinos tan deseables como la batalla del Kursk, Meerut, Cartago o Gaza. El número aparentemente infinito de estos postes y otros más escritos en lenguas e idiomas completamente incomprensibles para él le dieron una profunda comprensión del potencial destructivo inherente a la humanidad. No obstante, la repetición de batalla tras batallas acabó por cansarlo y dejó de prestar atención a los carteles y postes de señales, concentrándose únicamente en vigilar a sus hermanos.

Lars les obligó a detenerse en una encrucijada de tres caminos, para acabar cogiendo finalmente el de la derecha. "White Hills", rezaban unas toscas letras grabadas sobre la piedra de un miliario de época romana. Faruq no tenía ni idea de lo que les esperaba allí, así que se preparó para lo peor y confió su suerte al Gran Uktena.

La carretera desapareció de repente bajo sus pies, sustituida sin previo aviso por dura tierra firme. La niebla les impedía ver que había más allá de unos cincuenta metros, pero pudieron adivinar que aquí también era de noche, con la luna llena dominando el cielo despejado, y que estaban en algún tipo de terreno de colinas bajas. La única vegetación que había por los alrededores eran unos pocos abetos y parches de hierba salvaje que rozaban los bordes de sus rodillas.

-¿Y ahora qué?-, le preguntó a su improvisado guía.

-No lo sé-, respondió éste con voz queda.

Un ruido en el manto fantasmal les indicó que la brújula no se había equivocado. Antes de que Canción-Oculta les urgiese a cubrirse, Faruq ya había pegado su cuerpo todo lo que pudo al suelo y utilizado el don espiritual del Ojo Nublado para confundirse mejor con el terreno. "En un reino como el Campo de Batalla, las precauciones nunca están de más", razonó el Ragabash.

Unos movimientos furtivos llamaron poderosamente su atención. Una docena de sombras humanas coronaron la cima de una de las colinas, tomando todas las precauciones que podían para pasar desapercibidos. La mayoría eran hombres blancos, vestidos con polvorientas gabardinas de viaje, sombreros y botas. Unos pocos estaban armados con pistolas y rifles, pero la mayoría parecían estar desarmados, lo que alertó todavía más al Ragabash.

Canción-Oculta hizo un gesto para seguir a los intrusos, cuando éstos desaparecieron de su línea de visión. "¡Es la hora del Ragabash!", quiso gritar Faruq mientras avanzaba por delante del grupo. Recortó rápidamente la distancia que los separaba y trepó hábilmente por la misma colina por la que los habían visto por última vez. Allí recuperó el contacto visual. Los humanos se habían dividido en cuatro grupos y parecían estar rodeando... una pequeña aldea india. Tres nativos americanos hacían guardia entre las tiendas de cuero, aunque seguramente habría algún otro más escondido. Sin embargo, todo parecía indicar que no se habían percatado de la amenaza que estaba a punto de caer sobre ellos.

A pesar de que Lars insistiese en que todas estas batallas ya habían sucedido, Faruq se sintió muy tentando de gritar con todas sus fuerzas para evitar que los indios cayesen en una emboscada. Puede que no cambiase nada y que sus protagonistas estuviesen muertos hace muchos años, pero una parte de él quiso cambiar el desenlace. "¿Qué ocurriría si les aviso?", se preguntó nervioso. Las dudas lo carcomieron por dentro. Sabía lo que iba a ocurrir. "Será como en las películas, aunque los muertos no serán actores", pensó el Caminante Silencioso sin percatarse de que había apretado con tanta fuerza los puños que se había hecho un poco de sangre.

Los suyos llegaron a su posición en ese momento. Canción-Oculta pareció experimentar el mismo conflicto que él, mientras que Lars y Susurros-del-Pasado aguardaban  buscando cualquier cosa en este lugar que Uktena quisiese que vieran. Entretanto, los dos Ahroun aguardaban dispuestos a intervenir si fuese necesario. "Seguro que este reino les encanta", pensó el Ragabash maliciosamente.

Un nuevo detalle llamó inmediatamente su atención. Varios asaltantes cambiaron de forma en ese precioso momento, convirtiéndose en el acto en figuras Crinos de pelaje blanco plateado. A Faruq no le quedó ninguna duda razonable de que todos ellos eran Colmillos Plateados. En ese preciso momento, se desató el caos: dos Crinos de pelaje pardo, de la tribu Uktena, salieron de improviso de la Umbra, cargando contra los intrusos mientras aullaban con todas sus fuerzas para alertar a los suyos.

Perdido el factor sorpresa, los Colmillos Plateados se arrojaron a los brazos de la batalla mientras sus Parientes les cubrían disparando con sus armas de fuego desde la seguridad de las colinas. Uno de los vigías demostró ser otro Uktena al convertirse en un feroz Hispo. Hubo gritos de furia y de agonía en los escasos segundos que pasaron a partir de ese momento. A pesar de luchar con valentía, estaba claro que los defensores no podrían proteger el poblado ni a sus familias.

-¿Qué hacemos?-, preguntó Crow nervioso, pero alfa de la manada no le respondió, sino que permaneció observando pasivamente la escena.

-Vamos a la batalla-, gruñó Raimorantha primordial y salvaje.

-Esperad-, les pidió Canción-Oculta. Parecía que el Philodox casi se lo estaba suplicando.

Faruq intentó buscar con la mirada qué había perturbado tanto a su hermano para dejarlo en ese estado. Rápidamente divisó a dos asaltantes que se habían quedado al margen del combate. Uno de ellos era un Colmillo Plateado, un guerrero Garou en toda la magnitud de la expresión. Aunque apenas se veían desde aquella distancia, su cuerpo mostraba cicatrices duramente ganadas en batallas anteriores. El otro era un hombre joven que tendría más o menos su misma edad, de pelo rubio y rostro bien afeitado. Vestía unos gastados pantalones vaqueros, una camisa negra sobre la que llevaba un cinturón de munición y un pañuelo rojo anudado al cuello, e iba calzado con unas gastadas botas rematadas con espuelas. "Tal vez sea un Pariente", se percató Faruq. En su mano derecha empuñaba un revólver, aunque no parecía apuntar al Colmillo Plateado con el que estaba discutiendo. "Debe tener unos huevos de hierro para plantarle cara a un Crinos furioso."

-¿Les conoces?-, preguntó Susurros-del-Pasado.

-Creo que es... más joven que la última vez que lo vi-, reconoció el Philodox con voz perdida. Su rostro bien podía haber palidecido en cuestión de segundos.

Por sus gestos, parecía que el Pariente de los Colmillos Plateados se estaba negando a tomar parte en el asalto a la aldea india y que el Garou con el que discutía no se había tomado demasiado bien su negativa, ya que alzó su enorme brazo como si fuese a golpearlo si no se unía al ataque en el acto. El joven negó con la cabeza una vez más y arrojó desafiante su revólver al suelo. No debió haberlo hecho. El Garou respondió golpeándolo en la cara con un brutal barrido de brazo, enviándolo inmediatamente al suelo donde acaba de arrojar su arma.

-¡No!-, protestó Canción-Oculta angustiado. Su voz pasó completamente desapercibida en aquel caos de disparos y gritos, pero preocupó extraordinariamente a sus hermanos de manada. Incluso Susurros-del-Pasado estaba nervioso y se removía inquieto.

El Colmillo Plateado no se conformó con lo acababa de hacer. Pegó dos patadas más al joven en el vientre y luego lo alzó en el aire con sus grandes manazas, sacudiéndolo de un lado a otro como si fuese la rama caída de un árbol hasta que, finalmente, se cansó de él y lo arrojó por los aires. El pariente intentó arrastrarse, moviéndose despacio hacia el revólver que había soltado. No obstante, el Garou volvió a caer sobre él y sus garras abrieron tres surcos sangrientos desde el pecho al vientre. A continuación se alejó sin mirar en ningún momento atrás, uniéndose a la matanza que estaban causando sus compañeros en el poblado.

-Somos unos malditos psicópatas-, murmuró Canción-Oculta derrotado.

-¿Qué está pasando?-, preguntó Faruq conmovido por la angustia de su hermano.

-Violó a Margaret Radley en Alberta y a mí me dejó con vida para humillarme...

-¿Quién?-, murmuró el Caminante Silencioso al mismo tiempo que empezaba atar cabos. Recordaba que Canción-Oculta había sido expulsado temporalmente de su tribu poco después de su Rito de Iniciación por un incidente ocurrido con una joven de la Parentela, aunque él nunca había hecho caso de los rumores.

-Se llama Relámpago-, murmuró Canción-Oculta sin apartar la vista del hombre ensangrentado, que seguía vivo contra todo pronóstico y trataba de alejarse arrastrándose patéticamente por el suelo. Al verle, cualquiera pensaría que no lograría sobrevivir más de una hora. -Y se entregará al Wyrm para vengarse de nosotros... de su antigua tribu.

Al igual que todos los presentes, Faruq se quedó sin palabras. Ninguno de sus trucos como Luna Nueva lo había preparado para tratar de aliviar un dolor tan angustioso como el que estaba reviviendo Canción-Oculta en esos momentos, así que hizo lo único que se le ocurrió. Abrazó a su hermano sin pensarlo,  apretando con fuerza para consolarlo. El abrazó se prolongó durante un largo minuto sin que ninguno de los seis Garou dijese nada más. Cuando Canción-Oculta volvió a recuperarse un poco, la batalla había terminado. Una vez que mataron a los Garou Uktena, los Colmillos Plateados habían masacrado a todos los ocupantes de la aldea sin hacer distinciones entre hombres, mujeres o niños.

-Sé que no es un buen momento-, anunció Lars incómodo, -pero el ojo de Kraken vuelve a marcar una dirección. Debemos continuar nuestra búsqueda.

Canción-Oculta asintió cabizbajo. Los seis empezaron a caminar en silencio para alejarse del lugar de la matanza, aunque Faruq se detuvo unos segundos para buscar la figura de Relámpago entre los matojos de hierbas. No tuvo éxito, pero no supo si ello se debía a la volátil naturaleza del reino o, si por el contrario, reflejaba el hecho de que el Wyrm hubiese salvado su vida.

jueves, 20 de junio de 2013

SACRIFICA-SU-PROPIO-OJO (6 - 3)

Campo de Batalla (Umbra Media)

Los seis Garou siguieron el trazado de la vieja calzada romana, hasta que el camino terminó bruscamente en una pequeña plaza abierta. A pesar de que la visibilidad era muy limitada debido a la niebla y la oscuridad de la noche, el aire trajo inmediatamente consigo el olor de los incendios, la pólvora y, por supuesto, los muertos abandonados a la intemperie o medio enterrados por los escombros. No demasiado lejos de allí pudieron escuchar sin dificultad el clamor de un combate armado y una repentina sucesión de explosiones. Cuatro violentas columnas de fuego resplandecieron entre los edificios fantasmales.

Tras unos segundos de duda, avanzaron con precaución entre los escombros y las improvisadas barricadas que protegían la plaza. Lars dejó de mirar durante unos segundos el ojo de Kraken, para detener su mirada sobre un grupo de cadáveres, soldados alemanes y tropas coloniales francesas que todavía sostenían sus armas con manos inertes o que yacían tumbados en posiciones antinaturales mirando con ojos vacíos la suerte que les había tocado. Sus cuerpos, manchados por el barro y la sangre, habían quedado destrozados por la carnicería del combate.

-No te detengas-, gruñó Susurros-del-Pasado. -Puede haber francotiradores.

El Theurge reaccionó de inmediato a la sabia advertencia de su hermano de manada y corrió para ponerse a la misma altura que Crow, junto a los restos de lo que antaño debió ser un céntrico cine. Un rápido vistazo a la brújula espiritual que los había guiado hasta ese momento indicaba que debían dirigirse al norte.

-Por allí-, gritó para hacerse oír por encima de otra cadena de explosiones.

Sus compañeros entendieron lo que quiso decir. Crow y Raimorantha avanzaron en vanguardia, mientras Canción-Oculta y Susurros-del-Pasado iban a su lado. Únicamente Faruq, decidió quedarse más rezagado, para proteger su retaguardia en caso de que apareciesen por sorpresa soldados enemigos.

Siguieron la calle principal durante unos pocos metros, pero tuvieron que desviarse cuando divisaron un tanque y un pelotón de soldados franceses enfrascados en el asalto a un edificio. El ruido de los disparos no cesó en ningún momento, como tampoco lo hizo el lamento de los heridos y de algunos civiles que habían completamente enloquecidos al perder a su familia y amigos.

Lars se quedó estupefacto al contemplar en primera persona el potencial destructor de la guerra humana. "Una cosa es estudiar la Segunda Guerra Mundial en los libros de la escuela y otra muy distinta es ver... esto", pensó mientras avanzaba sosteniendo el recipiente de barro donde guardaba el ojo de Kraken. "Conocía de sobra los crímenes cometidos por los nazis contra sus enemigos y el justo final que habían recibido la mayoría de ellos, pero nunca había podido imaginarme el alcance de la guerra total ejercida por ambos bandos".

-Suerte que hemos evitado las entradas del metro-, murmuró Susurros-del-Pasado. El Galliard parecía estar tratando de contener la rabia que sentía en aquel reino de la Umbra.

-¿Por qué?-, quiso saber él de inmediato.

-Estarán muy vigiladas-, explicó el Galliard. -Por lo que sé, las tropas coloniales francesas usaron el metro  de Stuttgart para violar allí a unas dos mil mujeres alemanas.

La noticia encolerizó enormemente al Theurge, que tuvo que detenerse para poder digerir la información. "¡En el nombre de Gaia! ¿Cómo puede haber pasado una barbaridad semejante?", pensó lleno de furia. La rabia que sentía estuvo a punto de apoderarse de él, obligándolo a adoptar una forma de guerra y liberar su enfado contra los soldados. "¿No tenéis madres, hermanas o hijas, grandísimos bastardos?", quiso gritarles.

-¿Cómo lo sabes?-, preguntó finalmente al Señor de la Sombra.

-Me gusta la historia militar-, respondió el aludido con un gruñido, -pero esa anécdota no la cuentan en los libros escolares. A los Aliados siempre les gustó más hablar de los crímenes cometidos por los nazis o el Ejército Rojo.

-Ojalá el Gran Uktena nos conduzca ante esos violadores-, afirmó Canción-Oculta, que había escuchado toda la conversación. Su rostro estaba ensombrecido por la ira, como debía estarlo el suyo propio. -Así podríamos impartir justicia...

"Está enfadado. No, no es sólo eso. Canción-Oculta está furioso; igual que yo", se percató el Theurge. "Debe ser este reino. Afecta de algún modo a nuestra rabia, incrementándola por momentos".

-.-

El ojo de Kraken siguió conduciéndoles al norte. Los seis Garou tuvieron que esforzarse por evitar los combates callejeros entre ambos bandos, así como a los refugiados civiles que trataban de escapar de las zonas de combate. Finalmente, entraron en un gran parque de árboles quemados y grandes cráteres de tierra quemada. Al igual que en el resto de la ciudad, los olores a sangre, pólvora y madera quemada seguían siendo abrumadores.

De pronto, unas pequeñas luces brotaron en la niebla, como por arte de magia, permitiendo entrever las ruinas de una especie de iglesia gótica, que tampoco había escapado a los destrozos de la guerra. Sus muros de arenisca amarilla habían sobrevivido como habían podido a un incendio, pero la bóveda y el techo se habían venido abajo inevitablemente.

Lars echó un vistazo rápido a la brújula espiritual. La oscura pupila del ojo de Kraken había adoptado una posa casi vertical, flotando suspendida en la sangre de los Uktena. "Este es el lugar que teníamos que encontrar", pensó el Theurge. En completo silencio, hizo unos gestos rápidos para avisar a los suyos. A continuación, los Garou se acercaron con cautela, intentando no hacer ningún ruido que delatase su posición. Infiltrándose a través de unos enormes agujeros en el muro de la cabecera, pudieron comprobar que las ruinas no estaban vacías. Conectadas a un pequeño generador de gasolina, cinco faroles iluminaban vagamente la nave central, donde se hallaban una docena de hombres, cuatro uniformados de la Wehrmacht, metralleta en mano, y ocho civiles vestidos con ropas sucias. Los soldados parecían volcar toda su atención en el exterior,  vigilando que no les interrumpiese ningún enemigo, mientras que los civiles se encargaban de poner a punto una extrañas máquinas repletas de diales que Lars no había visto en toda su vida.

En el centro de aquel torrente de actividad, se erguía un hombre de cincuenta años, alto y de espaldas anchas, que destacaba por encima de todos los presentes. Su viejo rostro estaba dominado por dos enormes patillas blancas y una enorme calvicie. Su ceño estaba fruncido en una mueca desagradable y sus labios recitaban con voz queda algún tipo de letanía germánica. Iba vestido con un uniforme negro de oficial de la temida SS. El detalle más extraño de todos es que sostenía un extraño objeto metálico en sus manos enguantadas: una especie de filo de lanza hecho con bronce, de aspecto muy antiguo.

Guiado por una corazonada, el Theurge usó el don espiritual de Sentir al Wyrm comprobando muy pronto la presencia del enemigo ancestral de su raza en aquel lugar. Se volvió para advertir a Canción-Oculta, pero el alfa de la manada parecía ser muy consciente de ese hecho, al igual que Faruq que arrugó el ceño inmediatamente al percatarse de lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, antes de que pudiesen intervenir, otros lo hicieron por ellos.

Una manada de Garou forzó las puertas del pórtico de la entrada, irrumpiendo en el interior de la iglesia. Lars reconoció de inmediato sus pelajes grises "¡Son de la Camada de Fenris!", pensó sorprendido. Los recién llegados recorrieron velozmente la distancia que los separaba de sus enemigos, mientras los soldados comenzaban a dispararles con sus armas. Raimorantha y Crow quisieron unirse a la lucha, pero Canción-Oculta les hizo un gesto apremiante para que aguardasen. El resto de la manada esperó a ver qué sucedía. "¿Por qué nos habrá traído aquí el Gran Uktena?", se preguntó Lars intrigado.

-¡Muerte a los esclavos de Hitler!-, gritó uno de los Fenris mientras cargaba. -¡Muerte al Wyrm!

El soldado de la Wehrmacht no se aterrorizó al ver a un Garou en forma Crinos cayendo sobre él, como hicieron los científicos y civiles presentes, que trataron de huir despavoridos en el acto o cayeron al suelo en un estado catatónico. Muy al contrario, tiró su arma al suelo y su cuerpo se transformó violentamente, creciendo en tamaño y masa corporal hasta quedar cara a cara con su enemigo. ¡Y su pelaje compartía el mismo color gris que el de los asaltantes! Sus compañeros también se transformaron en Crinos, para recibir adecuadamente a los intrusos. Incluso el oficial de la SS había adoptado la forma de guerra de los Garou.

-¡Matad a los defensores de los impuros!-, ordenó innecesariamente con un cruel gesto de alegría.

Ante sus sorprendidos ojos, ambas manadas de Fenris se enzarzaron en un violento combate cuerpo a cuerpo sin dar ni pedir cuartel. Uno de los Garou alemanes aferró con sus fauces el musculoso brazo derecho de su rival y hundió sus colmillos hasta rasgar el hueso. Su contrincante ignoró el tremendo dolor que debía estar sufriendo y clavó sus garras en el costado de su enemigo, en el pequeño espacio que hay entre las costillas flotantes y el hueso de la cadera, arrancando trozos de vísceras. Otros Fenris rodaban por el suelo, intentando imponerse uno al otro. Uno de los Garou alemanes cayó ante el fuego de una metralleta, que sin duda contenía balas de plata y, a la altura del crucero, uno de los asaltantes cayó al suelo con la cabeza completamente destrozada.

Desbordado por la vergüenza, Lars comprendió al fin lo que estaba ocurriendo. Ante sus ojos, estaba siendo testigo de uno de los episodios más oscuros de la historia de la Camada de Fenris. En el periodo de entreguerras, muchos clanes alemanes de la Camada de Fenris fueron corrompidos por el mensaje de un pequeño humano llamado Adolf Hitler. Ideas como la pureza racial, el espacio vital, la guerra como forma de superación humana y el exterminio de las razas "débiles" calaron profundamente en sus corazones. A continuación esos mismos Garou alemanes malinterpretaron las enseñanzas del Gran Fenris, pervirtiendo sus mandatos para que se adecuasen a sus objetivos, y apoyaron abiertamente a los nazis hasta el final de la guerra. Por fortuna, los Fenris europeos y americanos unieron sus fuerzas para derrotar a los corruptos, antes de que hubiesen podido extender su traición a toda la tribu.

-¡Enfréntate a mí, maldito cobarde!-, gritó uno de los Fenris asaltantes intentando llegar al oficial de la SS.

El Fenris alemán no aceptó de inmediato el reto, sino que alzó la punta metálica que sostenía entre sus manos y la clavó profundamente en el suelo. El metal penetró con una extraordinaria facilidad la losa de piedra. De repente, un violento temblor de tierra sacudió las ruinas de la iglesia. Una parte del fragmento oriental de la fachada se vino abajo, cayendo sobre los dos Garou que estaban luchando en el suelo. Una columna aplastó a uno de los hombres catatónicos, matándolo en el acto. Se abrieron grandes grietas desde el suelo y todos los presentes pudieron oír un chillido inhumano.

Lars miró angustiado a Canción-Oculta, que hizo un gesto para que retrocediese toda la manada. Faruq y Susurros-del-Pasado se apresuraron a cumplir sus órdenes, pero no así Raimorantha o él mismo. Los dos estaban absortos por la lucha sin cuartel que estaba teniendo lugar, incluso cuando la propia iglesia parecía estar a punto de derrumbarse sobre sus cabezas.

-¡Tenemos que salir de aquí!-, gritó Crow para sacarlos de la trampa mortal en que se había convertido ese lugar.

Raimorantha se repuso rápido y ayudó a Crow a tirar de Lars hasta sacarlo al exterior justo en el último momento. El Theurge se sentía agradecido, pero al mismo tiempo lamentaba no haberse quedado unos segundos más, para ser testigo del final del combate. La vergüenza que sentía en esos momentos impidió que pudiese demostrarlo con palabras, pero los dos Ahroun lo ignoraron rápidamente y centraron su atención en los alrededores.

-¿Qué hacemos ahora, Lars?-, le preguntó Canción-Oculta tras cerciorarse de que estaba bien.

-No lo sé-, confesó sinceramente el Theurge.

-¿La brújula no indica nada?-, quiso saber Susurros-del-Pasado.

-El ojo de Kraken... ¡es verdad!

Lars temió que se le hubiera caído en las ruinas, pero descubrió aliviado que lo aferraba con la mano derecha. El Theurge miró nervioso el interior del recipiente. La pupila del orbe señalaba ahora una nueva dirección: el este. "¿Cuándo ha cambiado de sentido?", se preguntó el Theurge más confuso todavía.

miércoles, 19 de junio de 2013

CANCIÓN-OCULTA (6 - 2)

Algún lugar de la Umbra

Necesitaron un largo día para salir de los páramos, pero no pudieron dejar atrás la omnipresente niebla, cuya presencia bastaba para hacerles saltar los nervios. Aunque nunca perdieron de vista la Senda Lunar que habían estado siguiendo con tanto ahínco hasta ese momento, sí percibieron pequeños cambios en el entorno que los rodeaba. En esta nueva región de la Umbra, no había espíritus de la naturaleza, como los tejos que habían dejado atrás, ni Lúnulas ni de ningún otro tipo. Ni siquiera su tótem espiritual o los cuervos que siempre acompañaban a Lars los seguían. Los Garou simplemente parecían vagar solos por algún tipo de yermo despoblado y cubierto por esa extraña niebla.

Raimorantha, el Fenris que los acompañaba, había encajado bastante bien entre ellos. Canción-Oculta lo había juzgado adecuadamente. El lupus no mostraba signos de la corrupción del Wyrm y, a pesar de que su carácter era violento y temperamental, su alma era verdaderamente noble. El Ahroun había conectado inmediatamente con Lars gracias a su mutua pertenencia a la Camada de Fenris y había establecido una sana rivalidad con Crow en cuanto a sus habilidades marciales. Incluso había demostrado una increíble paciencia primitiva para soportar las bromas de Faruq, aunque, cuando esa paciencia se veía desbordada por un repentino ataque de ira, el Ragabash había aprendido que debía apartarse rápidamente para no recibir una dolorosa dentellada. La única grieta en esta forzosa camaradería era Susurros-del-Pasado. Pese a que el Fenris había olvidado rápidamente el desaire del Galliard, el Señor de la Sombra no hizo ningún esfuerzo por tratar de darle una buena acogida al recién llegado. "Tendré que hablar con él más tarde", razonó Canción-Oculto inseguro todavía acerca de cómo dirigir la conversación.

A medida que andaba sumido en tales pensamientos, el paisaje que los rodeaba empezó a ofrecer las primeras señales de cambio. Los Garou pudieron escuchar explosiones, gritos de ira y de dolor, el ruido de las espada al chocar violentamente contra otras armas y múltiples ráfagas de disparos a ambos lados del camino. Canción-Oculta se detuvo sorprendido, al igual que el resto de la manada. Incluso Raimorantha parecía desorientado por la magnitud y la violencia de los combates que se estaban desarrollando en algún lugar de la niebla.

-¡Mirad allí!-, les urgió Lars, señalando hacia delante.

Todos lo hicieron al mismo tiempo. La niebla por delante de ellos se había disipado parcialmente hasta unos cincuenta metros, permitiéndoles observar los restos de un muelle moderno, que había sido víctima de algún bombardeo. Ni los almacenes ni las máquinas de carga había sobrevivido intacto a las explosiones. Las paredes de ladrillo y acero se habían venido abajo o habían sido pasto de las llamas y los pocos muros que se erguían por encima del metro de altura, mostraban grandes cantidades de impactos de bala. A lo lejos incluso se podían ver los restos humeantes de una embarcación de guerra fondeada en el muelle. Por fortuna, no se veían cadáveres por los alrededores, pero Canción-Oculta temía que encontrasen numerosas víctimas bajo aquellas toneladas de escombros si excavaban lo suficiente.

-¿Dónde estamos Lars?-, preguntó el Colmillo Plateado.

-No tengo ni idea-, respondió el Theurge-, pero parece el escenario costero de alguna batalla de una de las dos guerras mundiales.

-Me alegra que eso lo hayas podido deducir tú solito-, intervino Faruq. Su broma pretendía ofender al Theurge, pero estaba claro que delataba su nervios.

-Wyrm-, gruñó Raimorantha amenazador.

No se veía ningún alma por las calles, aunque a cierta distancia, donde la niebla seguía espesa, podían ver extraños resplandores y escuchar todo tipo de ruidos y gritos de combate. Sin que se dieran cuenta, la Senda Lunar había desaparecido bajo sus pies, sustituida por un tramo de vías de ferrocarril que había sobrevivido milagrosamente a la devastación reinante.

-¿Qué hacemos ahora?-, quiso saber Susurros-del-Pasado, que había adoptado la forma Crinos en previsión de que el combate les alcanzase en un momento u otro.

-El ojo señala la dirección que siguen las vías-, respondió el Theurge. -Deberíamos seguir avanzado por allí.

-De acuerdo. En marcha-, susurró Canción-Oculta.

-Pero eso nos alejará del combate-, gruñó Raimorantha.

-De momento esta no es nuestra guerra-, le aconsejó Crow. -Tenemos que ir a donde Uktena quiera llevarnos.

-.-

Los Garou avanzaron con mucha precaución. Crow, Faruq y Susurros-del-Pasado lo hicieron usando la forma de guerra Crinos, mientras que Canción-Oculta y Raimorantha optaron por la forma Hispo. Por su parte, Lars había adoptado la forma Glabro del hombre prehistórico, para poder sostener bien la brújula que llevaba y guiar a su manada por el camino correcto.

Los ruidos de la batalla no les abandonaron, sino que, muy al contrario, ganaron intensidad a ambos lados del camino, ocultos a la vista por la omnipresente niebla. El corazón de Canción-Oculta latía desbocado a causa de los crecientes nervios. Cada pocos instantes, miraba a un lado y a otro buscando las fuentes de los ruidos, intentando comprender lo que pasaba, pero aquella maldita niebla fantasmal no le permitía ver nada.

-Te acostumbrarás con el tiempo-, respondió una voz en lo más profundo de su ser. Hacía tanto tiempo que no lo atosigaba su maldición personal, que el Colmillo Plateado había creído que se había librado de ella.

"No me interesa nada de lo que puedas decir", le respondió mentalmente, al tiempo que intentaba contener un escalofrío. Había sido un ingenuo al pretender que la locura que lo afligía iba a desaparecer por sí misma.

-Te acostumbrarás con el tiempo-, insistió la voz invisible. -Todos los Garou son máquinas de matar creadas por Gaia. El sonido de la batalla y el olor de la sangre les son tan familiares como la rabia de su interior. En realidad, es difícil negar la destrucción que lleváis en vuestro interior, la que os obliga a matar a culpables e inocentes.

Canción-Oculta trató de ignorar aquellos susurros malignos. No obstante, habían dado en el clavo. Muchas veces el Philodox se había preguntado si en alguna época muy remota el Wyrm había corrompido de algún modo el regalo de Selene para todos los Garou: la rabia con la que podían defender a Gaia. Eso explicaría el constante enfrentamiento entre las tribus y muchas de las desgracias que había impuesto la Nación Garou a las demás criaturas de Gaia. Tal vez su mejor arma se había convertido en su mayor debilidad.

-Veo que lo entiendes-, manifestó la voz divertida. -Todos vosotros sois peones del Wyrm. En vuestra ceguera, tratáis de negar vuestra podredumbre y sólo percibís la corrupción de sus otros siervos. Incluso tú, Canción-Oculta, perteneces al Wyrm.

-¡No!-, murmuró el Colmillo Plateado en voz alta, usando su férrea voluntad para expulsar de nuevo a la voz  de su locura a las siniestras profundidades donde se había escondido todo este tiempo.

-¿Qué ocurre?-, gruñó Crow preocupado.

El resto de sus hermanos también se habían detenido, buscando enemigos ocultos que tratasen de emboscarlos o mirándolo con una preocupación evidente en sus ojos. Canción-Oculta les devolvió la mirada avergonzado. Controló el leve temblor de sus manos y alzó la cabeza para mirar confuso a su alrededor, sin contestar a la pregunta de su hermano. Algún día, cuando no tuviese fuerzas para oponerse a la voz de la locura, tendría que contarles su angustioso secreto, pero ese futuro quedaba muy lejos... o al menos, eso esperaba.

Los gritos y los ruidos de combate persistían, como ecos lejanos, en la oscuridad de la niebla. Sin embargo, al bajar de nuevo la mirada Canción-Oculta se percató de un detalle nuevo en aquel paisaje fantasmal.

-¡El camino ha cambiado!-, dijo sin poder contener la sorpresa.

El resto de los Garou también miraron al suelo. La vía férrera había desaparecido, sustituida por una especie de calzada de adoquines y piedras lisas de un apagado color gris. Por las exclamaciones de sorpresa que soltaron, el Philodox no tardó en comprender que ninguno de ellos había sido consciente del cambio. El camino se había transformado bajo sus pies sin ningún tipo de advertencia.

-Es una vía romana-, afirmó Susurros-del-Pasado con una rotunda seguridad que no admitía discusión.

Hubo otra sorpresa más. Había un cartel azul de autopista en el margen izquierdo del camino. Con sus letras blancas anunciaba desvíos hacia Austerlitz, Siracusa, Banquan o Cuito Cuanavale, mientras que siguiendo de frente indicaba un destino hacia Stuttgart. Efectivamente, un poco más adelante la vía romana parecía dividirse en varios ramales y un cartel de aeropuerto marcaba un desvío hacia la derecha, con unas letras brillantes que anunciaban "Retirada o Evacuación".

-¡Qué alguien me explique lo que está pasando!-, exclamó Crow confundido. Raimorantha lo apoyó inmediatamente con un feroz gruñido.

-Creo que ya empiezo a entender dónde estamos-, murmuró el Theurge.

-Entonces explícate rápido-, le interrumpió Faruq, -porque no quiero que estos dos se pongan nerviosos porque crean que nos hemos perdido.

-Uktena nos ha traído a un reino de la Umbra Media conocido como el Campo de Batalla-, siguió diciendo Lars sin hacer el menor caso al comentario del Ragabash. -Por lo que sé, aquí se reproducen todas las batallas y guerras, pequeñas o grandes, que han ocurrido desde el principio de los tiempos.

-¿Por qué se reproducen? ¿Quién hace que se reproduzcan?-, quiso saber Canción-Oculta.

-Nadie. Es decir, no hay una voluntad consciente que lo haga. El reino es simplemente como un eco, que repite una y otra vez esos combates. Tengo entendido que algunos clanes de la Camada de Fenris traen aquí a sus cachorros para que pasen sus Ritos de Iniciación.

-Algunos Señores de la Sombra también hacen lo mismo-, asintió taciturno el Galliard.

-Pero... ¿qué les pasa a los combatientes y las víctimas? ¿Mueren una y otra vez?-, preguntó el Colmillo Plateado al darse cuenta de las implicaciones que tenían las palabras del Theurge.

-Nuestras tradiciones dicen que son efímeros, sombras espirituales-, respondió el Theurge. -No son las almas de las verdaderas personas que estuvieron en esas batallas.

-Horroroso-, gruñó malhumorado el alfa de las Cinco Garras de Gaia.

-Nuestras acciones siempre tienen consecuencias, sobre todo en la Umbra-, respondió Lars con tono neutro.

-La lucha por la supervivencia es parte del orden natural de Gaia-, afirmó Raimorantha.

-¿Y ahora hacia dónde tenemos que ir?-, preguntó Crow cansado de ese debate inútil.

-Tenemos que seguir hacia delante.

-¿Hacia Sttutgart?-, quiso saber el Philodox.

-Eso parece-, respondió lacónico Lars.

-Entonces continuemos. No quiero pasar más tiempo del necesario en este lugar.

martes, 18 de junio de 2013

SUSURROS-DEL-PASADO (6 - 2)

Algún lugar de la Umbra

La manada de las Cinco Garras de Gaia había seguido fielmente las indicaciones de la misteriosa"brújula" que llevaba Lars Sacrifica-su-Propio-Ojo. La primera noche había sido desesperante y plagada de peligros e incertidumbres para todos ellos, ya que la Senda Lunar imitaba la oscuridad de la Luna Nueva. Únicamente caminando en fila india y repitiendo los gestos de Lars, como había sugerido el propio Theurge, lograron avanzar pausadamente, dejando atrás poco a poco los territorios familiares del reflejo espiritual del Parque Tamilpaís.

No obstante, Lars le había asegurado que la invisibilidad de la Senda Lunar no sería la única dificultad que encontrarían durante las siguientes jornadas y el Theurge había acertado de nuevo. Algunas Lúnulas, por ejemplo, se interpusieron en la Senda Lunar, buscando divertirse a su costa con juegos infantiles y tratando desorientarlos para que se saliesen de su camino. Susurros-del-Pasado no tenía muy claro si lo hacían de mala fe o si realmente aquella broma sólo les parecía una alegre travesura, pero sus intentos fracasaron miserablemente y las Cinco Garras de Gaia perseveraron en su propósito de avanzar en la dirección correcta.

Otro peligro añadido fueron las Perdiciones. Los malvados espíritus del Wyrm vagaban libremente por la Senda Lunar y en pequeños grupos, buscando quizás espíritus más débiles que ellos para destruirlos o corromperlos. Las Perdiciones huían nada más verlos, pero en al menos un caso, los Scrags cargaron contra su manada con salvaje abandono. Para Susurros-del-Pasado y sus hermanos, la dificultad de estos enfrentamientos no consistía únicamente en derrotar a los espíritus malignos, sino más bien en hacerlo sin perder el camino que habían estado siguiendo con tanto esfuerzo.

Incluso la propia Senda Lunar pareció quererles poner a prueba, realizando desviaciones en las que la "brújula" de Lars no les servía de ninguna ayuda, desorientando sus mentes o dejando a su paso pequeños enigmas con la intención de que los resolviesen. Hasta ese momento, Susurros-del-Pasado había considerado la Senda Lunar como un simple camino, pero ahora empezaba a considerar la posibilidad de que tuviese algún tipo de inteligencia. Para su sorpresa, Lars no pudo ofrecerle una respuesta satisfactoria cuando le hizo una pregunta al respecto.

Más tarde, cuando la luz dorada de Helios apareció en el horizonte, las Cinco Garras de Gaia tuvieron que salirse finalmente del camino y acampar en una especie de llano baldío en algún lugar de la Umbra. A pesar de que Faruq fue el único en reconocerlo abiertamente, en el fondo todos ellos dieron la bienvenida a la oportunidad de descansar después de una jornada tan agotadora. Hasta que el Celeste solar no volviese a esconderse y ceder a Selene su paso por los cielos umbrales, no habría Sendas Lunares, por lo que decidieron descansar en aquel lugar, haciendo guardias en parejas para evitar que cualquier Perdición se acercase demasiado a su improvisado campamento.

A la noche siguiente, la "brújula" de Lars les llevó de nuevo hasta otra Senda Lunar. El camino espiritual parecía ligeramente más consistente, del mismo modo que habían aparecido los tímidos cuernos plateados de Selene en los cielos umbrales. De hecho, Susurros-del-Pasado podía distinguir por el rabillo del ojo los bordes del camino y un tranquilizador, si bien demasiado breve, fulgor plateado.

-.-

La nueva anchura y definición de la Senda Lunar les permitieron caminar recorrer el camino más rápido que antes. Susurros-del-Pasado y Crow Erguido-Cual-Montaña seguían de cerca a Lars, mientras Canción-Oculta y Faruq cerraban la marcha. Uktena, el tótem de su manada, había desaparecido entre las sombras de los árboles, ocultándose a la vista.

-¿Donde creéis que estamos?-, preguntó Crow mirando confuso a su alrededor.

El paisaje había cambiado lentamente, cubriéndose de nieblas grises y humedad. Lejanos rayos atronaban en la distancia, anunciando una tormenta invisible cuya presencia parecía hacer que el aire crepitase por sí solo. Para ser un paraje espiritual, apenas había espíritus por los alrededores, salvo unos pocos espíritus de tejo, que erguían orgullosos sus retorcidos troncos aquí y allí. En ese mismo instante, un solitario espíritu topo asomó su cabeza desde una madriguera y luego volvió a esconderla muy asustado nada más verlos.

-No lo sé-, reconoció el Theurge. -Dicen que las Sendas Lunares llegan muy lejos durante la Luna Creciente, así que podríamos estar en cualquier parte. Lo único que tengo claro por ahora es que hemos dejado atrás la Umbra Próxima.

Susurros-del-Pasado permaneció en silencio. Él también se había estado formulando la misma pregunta que el Ahroun de su manada, pero no había hallado ninguna pista en su entorno que pudiese ofrecer un remoto indicio de dónde estaban. A pesar de los nervios, el Señor de la Sombra estaba disfrutando sinceramente de aquel viaje por las tierras espirituales. Cuando era un cachorro indefenso, su tutor Galliard le había asegurado que la Umbra era la verdad de cada canción jamás cantada. Aquellas palabras habían causado un fuerte impacto en el impresionable lobezno que había sido, pero ahora renacían con más fuerza si cabe. "Debo llevar de nuevo la Umbra al reino físico mediante mis canciones e historias", se repitió para sus adentros.

Los cuervos de Lars lo sacaron de su ensoñación con fuertes graznidos alarmados y volaron ruidosamente a su alrededor. Susurros-del-Pasado carecía del don espiritual que le permitiese comprender su lenguaje, pero comprendió de inmediato que algo los había aterrorizado. El Galliard adoptó de inmediato la forma de guerra Crinos, al igual que Crow y Lars. A su espalda, Canción-Oculta y Faruq también estaban prevenidos. El alfa de las Cinco Garras de Gaia había adoptado la forma Hispo de lobo prehistórico, mientras el Ragabash preferió imitar a la mayoría de sus hermanos adoptando la forma Crinos.

-¿Qué dicen los cuervos?-, gruñó Canción-Oculta.

-¡Qué no estáis solos!-, ladró una voz feroz y gutural en el idioma Garou, interrumpiendo a Lars antes de que pudiese responder al Colmillo Plateado.

Susurros-del-Pasado se volvió de inmediato hacia el origen del ladrido, un viejo tejo de tronco ancho y ahuecado a su lado del camino. Seguramente se habría cobijado en su interior algún enemigo, que había esperado pacientemente a que ellos se acercasen bastante.

-¡Déjate ver, cobarde!-, ladró el Señor de la Sombra mostrando su oscuro pelaje completamente encrespado y sus colmillos, al mismo tiempo que alzaba las orejas. En un último gesto de desafío, desnudó las garras, listo para utilizarlas.

Una sombra se movió despacio. Sin embargo, el Galliard pudo comprobar que se había equivocado en sus previsiones. El dueño de la voz no estaba oculto dentro del tejo, sino detrás del viejo árbol. Tenía la forma de un poderoso lobo gris, musculoso y con una mandíbula enorme. El color de su pelaje y sus rasgos físicos delataban claramente su pertenencia a la tribu de la Camada de Fenris. Incluso estando en forma Lupus, el Garou tenía un aspecto formidable y brutal, capaz de derrotar él solo a toda un ejército de criaturas del Wyrm.

-Nadie me llama cobarde y sigue viviendo-, ladró el Fenris temblando de ira apenas contenida y enseñando a su vez sus enormes colmillos.

Gruñendo con rabia, Crow se puso a su lado de inmediato, dispuesto a defenderlo si el desconocido optaba por atacarlo. Lars  y Faruq buscaron más enemigos a su alrededor, escondidos o cobijados al amparo de las sombras y la niebla. La tensión podía cortar el aire como si fuese una espada afilada. No obstante, fue Canción-Oculta el que se anticipó al violento desenlace que tendría lugar, interponiendo su cuerpo entre sus hermanos y el Fenris.

-¡No somos enemigos!-, ladró autoritario a todos los presentes. -¡El Wyrm es el verdadero enemigo!

El Colmillo Plateado gruñó un par de veces más a sus hermanos, para que dejasen de amenazar con sus gestos al Garou desconocido. Crow se sometió de inmediato a la autoridad del alfa de su manada y, aunque Susurros-del-Pasado también hizo lo propio, sus gestos fueron más desganados. El lobo Fenris permaneció rígido y alerta, mostrándoles todavía el filo de sus colmillos.

-Te pido disculpas-, gruñó Canción-Oculta. -Tu brusca aparición nos ha sobresaltado.

El Fenris mantuvo el mismo gesto amenazador durante unos segundos más, aunque luego terminó por cubrir sus colmillos. Todavía tenía las orejas alzadas, pero parecía que las palabras de Canción-Oculta habían aplacado ligeramente su furia.

-¿Quiénes sois?

-Somos la manada de las Cinco-Garras-de-Gaia-, respondió el Señor de la sombra cumpliendo su deber como Galliard de la manada. -Mi nombre es Susurros-del-Pasado. Él es Canción-Oculta, nuestro alfa, y el resto son Lars, Crow y Faruq.

El Fenris no dio ninguna muestra de estar impresionado. Muy al contrario, parecía como si no los reconociese ni hubiese oído hablar de sus hazañas. Eso provocó una dolorosa punzada en el orgullo del Galliard, pero esta vez se cuidó mucho de mostrar su enfado con el misterioso Garou.

-¿Cómo te llamas?-, quiso saber Lars.

-Raimorantha-, respondió el lobo con una tosca sencillez. -La Luna Llena cubría los cielos cuando nací.

-¿Y dónde están tus hermanos de manada, Raimorantha?-, le preguntó ahora Canción-Oculta.

-Murieron.

-¿Cómo murieron?-, preguntó Lars.

-Dejando a su paso un reguero de criaturas muertas del Wyrm.

-Pero tú sobreviviste-, afirmó Faruq en tono neutro y comedido.

-Sí-, respondió lacónico el Fenris.

-¿Y qué haces en estas tierras?-, se atrevió a preguntarle Susurros-del-Pasado.

-Buscar más criaturas del Wyrm para matarlas.

La sencillez de su respuesta les sorprendió una vez más. Aquel Ahroun, lupus de nacimiento sin duda, debía llevar vagando mucho tiempo en solitario por aquellas tierras, sin la compañía de una manada de hermanos. "Probablemente su mente se haya quebrado y sea más peligroso de lo que parece", se percató Susurros-del-Pasado. Ciertamente, el solitario Garou parecía tener un aspecto feroz que desafiaba la imaginación.

-¿Vosotros también buscáis criaturas del Wyrm?

-En este momento, no-, respondió el Galliard con cautela. -El Gran Uktena nos ha elegido para realizar una búsqueda espiritual.

-¿Quieres acompañarnos?

Susurros-del-Pasado se sintió confundido al escuchar las palabras del alfa de su manada. "¿Pero qué hace?", se preguntó el Señor de la Sombra. "¿No ve que es peligroso?" Durante los meses que llevaba en la manada de las Cinco Garras de Gaia, Susurros-del-Pasado había pensado que Canción-Oculta parecía ser uno de los pocos Colmillos Plateados cuerdos, aunque de vez en cuando pareciese abstraído en sus propios pensamientos. Sin embargo, ahora se vio obligado a replantearse esa suposición. El Galliard se dio la vuelta para observar las reacciones de sus hermanos. Crow y Faruq parecían compartir su sorpresa, mientras que Lars asentía con la cabeza, como si el alfa estuviese actuando con sabiduría.

-¿A dónde vais?-, preguntó Raimorantha tras un prolongado silencio.

-No lo sabemos-, le respondió con sinceridad Canción-Oculta. -Por ahora, sólo hemos empezado a dar nuestros primeros pasos en la búsqueda, pero con el tiempo, nuestra meta será hará más clara y definida.

-¿Y no preferís seguir al Gran Lobo Fenris al corazón de la batalla?

-Nuestro camino está con Uktena-, le respondió Lars. -Acompáñanos. Ningún lobo ni Garou debe estar solo... Además, seguro que el Wyrm ha dejado suficientes siervos a nuestro paso para saciar tu hambre de batalla.

El Fenris permaneció otros largos segundos decidiéndose en silencio, pero al final se acercó despacio hacia Canción-Oculta, bajando ligeramente las orejas y mostrando un lenguaje corporal más amistoso. Seguía siendo grande y amenazador en cualquier caso, pero su actitud había cambiado visiblemente.

-No puedo ni quiero renunciar a Fenris-, afirmó orgulloso. -Eso me impide formar parte de vuestra manada... pero os acompañaré y os protegeré de las criaturas del Wyrm.

-Gracias. Tu ayuda será bien recibida-, respondió Canción-Oculta.

Susurros-del-Pasado contempló incrédulo lo que estaba pasando. El Colmillo Plateado se había ganado la confianza de un feroz Fenris sin usar ningún don espiritual ni engaño. Él y Lars simplemente le habían ofrecido la oportunidad de volver a formar parte de una pequeña comunidad Garou y Raimorantha había accedido inmediatamente. "Aquí hay una gran lección que debo aprender", se dijo para sí mismo.

jueves, 13 de junio de 2013

ERGUIDO-CUAL-MONTAÑA (6 - 2)

Parque Estatal del Monte Tamilpais, California (EE.UU.)
18 de noviembre de 1998

En opinión de Crow, el Gran Uktena estaba jugando con ellos. No había otra explicación. Era así de simple.  Se suponía que la búsqueda espiritual tendría que ser una gran hazaña repleta de peligros y desafíos, pero lo único que habían conseguido hasta ese momento era que Lars perdiese un ojo y tuviese un "viaje" usando peyote.

Sin embargo, a pesar de todas sus dudas y recelos, el Fianna no le había quedado más remedio que buscar un condenado cristal semi opaco a petición del Theurge. Aquello había supuesto un pequeño desafío en sí mismo, ya que era difícil encontrar ese tipo de objetos en un parque natural de California. No obstante, Crow había tenido una buena idea. Recordó que Celeste Cumbre-Nevada llevaba un collar hippy lleno de cristales y abalorios la noche anterior, por lo que era posible que ella u otro Garou de los Hijos de Gaia tuviese un objeto como el que le había pedido Lars. Por suerte, una de sus Parientes, Cassandra Walters, vendía ese tipo de abalorios en una tienda del municipio de Bolinas, a unos 18 kilómetros hacia el norte.

A partir de allí, todo fue más fácil pero más rutinario. Crow tuvo que salir del túmulo para llegar a la caseta de los guardias forestales, donde un Hijo de Gaia, Raymond Asombro-de-la-Mañana, se ofreció a llevarle muy amablemente en su jeep hasta el pueblo. El viaje desde allí duró unos escasos veinticinco minutos y Crow pudo disfrutar de unas estupendas vistas al atardecer de Stinson Beach, Bolinas Lagoon y del propio municipio de Bolinas. Para el Fianna, el viaje acabó mereciendo la pena y olvidó rápidamente su enfado.

Bolinas era una comunidad idílica de apenas mil habitantes, llena de pequeñas casas de fachadas blancas y azules, y habitada por gentes tranquilas y apacibles. Raymond Asombro-de-la-Mañana le explicó por el camino que los Hijos de Gaia tenían muchos Parientes entre los artistas y las figuras contraculturales actuales de esta localidad costera e incluso le había hablado de algunas fiestas y tradiciones locales.

La tienda de Cassandra ya estaba cerrada, pero la encontraron en un bar cercano, llamado Jimmy's Tavern, bebiendo unas cervezas con un grupo de amigos mientras criticaban las noticias que veían por la televisión. Se notaba que el tiempo no había pasado por el interior de aquel bar, ya que debía seguir conservando el mismo mobiliario y decoración  de hace veinte o treinta años: en el centro del local había una pequeña barra rodeada por mesas y sillas de plástico de colores psicodélicos gastados, las paredes estaban repletas de fotos enmarcadas de Jim Morrinson y discos de vinilo, y junto a los baños había una vieja máquina de pinball que aún funcionaba. El olor a humo, incienso y otro tipo de "hierbas aromáticas" podía marear o colocar con la misma facilidad a un simple humano sin necesidad de encender un cigarrillo propio.

Crow se esperaba que Cassandra Walters fuese una vieja gloria como Celeste Cumbre-Nevada, pero en lugar de eso se encontró con una mujer risueña, que había terminado hacía dos años sus estudios de biología y había decidido abandonar sus prácticas en una editorial de San Francisco para montar una pequeña tienda en Bolinas juntando los pocos ahorros que disponía y la ayuda de algunos familiares. Tenía unos ojos almendrados preciosos, un cutis salpicado de pecas y una corta melena, de color rubio oscuro, que le rozaba los hombros.

Cuando Asombro-de-la-Mañana le había dicho que necesitaban su ayuda, Cassandra no dudó en despedirse de sus compañeros y acompañar a los Garou a su tienda. Luego les mostró todos los adornos de cristal y las piezas sueltas de que disponía. El problema fundamental resultó ser el tamaño. Todas las piezas eran demasiado pequeñas para las especificaciones que le había pedido Lars. El Hijo de Gaia decidió esperar fuera mientras ellos buscaban inútilmente un cristal adecuado. No obstante, Cassy, como le pidió ella que la llamara informalmente, tuvo una idea y estuvo trasteando por la tienda hasta que encontró lo que buscaba.

Volvió con una pequeña sierra y una estatua de un Cristo rezando hecha de cristal, y cortó con cuidado el pedestal que la sujetaba. A continuación, se lo mostró. La pieza cortada era exactamente lo que Lars necesitaba. A Crow se le pasó por la cabeza besarla en ese momento, pero su habitual timidez con las mujeres hizo que se echase atrás. Ella, por supuesto, vio a las claras sus intenciones y, para su sorpresa, lo sorprendió con un generoso beso que hizo que sus bocas y sus lenguas se derritiesen en una sola. Sólo duró un instante, pero hizo que el corazón del Fianna latiese sin control durante horas al recordarlo.

-Sé que no puedes quedarte-, le susurró ella mientras rodeaba su cuello con los brazos-, pero la próxima vez que vuelvas a California, me gustaría que me invitases a unas cervezas. ¿Lo harás?

-Te lo juro-, respondió Crow muy serio de repente, lo que provocó una alegre carcajada en la joven. Olía a maría y humo, pero también creyó percibir los restos de una leve fragancia cítrica.

-Ninguno de los dos tiene que jurar nada.

-Ahora tengo una buena razón para regresar. No lo dudes.

Ella se rió de nuevo, divertida por lo que dijo, y se despidieron con otro beso, más largo y apasionado que el anterior. Cuando Crow abandonó la tienda para subirse al jeep, Raymond encendió el motor sin decir nada y puso en marcha el vehículo. Cassy permaneció junto a la puerta de su tienda, haciendo gestos de despedida con la mano. El Fianna devolvió con inseguridad el gesto y luego permaneció sentado en su asiento, sin poder creer lo que le había pasado.

-.-

Cuando volvieron al parque, Crow le dio las gracias a Raymond Asombro-de-la-Mañana y se encaminó hacia la arboleda en la que lo estarían esperando sus hermanos de manada. Adoptando la forma Lupus y sosteniendo el cristal con sus fauces, corrió tan rápido como pudo por los bosques y montañas del parque. Selene no pudo ayudarle a encontrar el camino más rápido, oculta como estaba por el manto de nubes oscuras y a punto de adoptar su faz de Luna Nueva. En cierto modo, la oscuridad de la noche lo reconfortó más aún, ya que nadie podía ser testigo de su felicidad interior.

-.-

Al llegar junto a sus hermanos, no les dijo ni una sola palabra más de lo necesario, por temor a que se le escapase alguna pista que revelase lo que le había pasado en Bolinas. Simplemente soltó el cristal con cuidado frente a Lars, que asintió para sí después de comprobar si era idóneo para el cometido que debía cumplir. Una vez satisfecho, el Theurge se puso a trabajar, reuniendo los otros materiales y entonando una canción en honor del Gran Uktena.

El resto de la manada lo miró sin ocultar su curiosidad, sobre todo Faruq y Susurros-del-Pasado. Crow echó una ojeada a Canción-Oculta, preguntándose cómo habría conseguido que un Garou Uktena donase voluntariamente su sangre, pero decidió no interrumpir lo que fuera que Lars estuviese haciendo con ese tipo de preguntas. Más tarde tendría tiempo suficiente para hacerlo.

Lars puso en el suelo la pieza de barro en la que había estado trabajando. Le había dado forma de cuenco y había tallado signos Garou en su superficie, que ante ojos humanos parecerían simplemente marcas aleatorias de arañazos provocadas por algún animal salvaje, sin ningún tipo de sentido alguno. A continuación, el Theurge abrió el pequeño saco de cuero que había llevado consigo desde hacía unos días. De su interior, sacó un pequeño orbe amarillento, húmedo y lechoso, en cuyo centro había un pequeño círculo oscuro a modo de siniestra pupila. Sin dejar de cantar a los espíritus, Lars introdujo el cuenco en el orbe y luego lo rellenó con la sangre escarlata contenida hasta ese momento en un pellejo de piel que Crow no había visto antes. Por último, el Theurge cogió la pieza de cristal y taponó el recipiente, usando el propio barro para sellar bien las junturas que se habían formado.

Una vez que hubo terminado, el barro parduzco comenzó a perder su color natural. Al principio, Crow no se percató del cambio, pero llegó un momento en que era evidente el color se había diluido y estaba adoptando un tono muy pálido, como si estuviese hecho de arcilla blanca. Incluso daba la impresión que el recipiente parecía más sólido y mejor sellado que antes. Mientras ocurrían esos cambios, el cristal que servía de tapa comenzó a brillar con una fulgor propio, provocando que sus sorprendidos rostros quedasen iluminados por una pálida luz de color verde manzana.

-En el nombre de Gaia, ¿qué está pasando, Lars?-, preguntó Canción-Oculta sin dejar de mirar con incredulidad el interior del recipiente.

-Creo que es una señal-, respondió el Fenris con voz tranquila y maravillada al mismo tiempo.

-¿Una señal para qué?-, intervino Crow, buscando una respuesta más clara.

-Para que vayamos a la Umbra.

-.-

Usando unos pequeños espejos y trozos de cristal que siempre llevaban encima, las Cinco Garras de Gaia caminaron de lado para llegar a la Penumbra local. Gigantes espíritus de abetos gigantes, mucho más altos que sus contrapartidas físicas, les impidieron ver el cielo sobre sus cabezas o las montañas de los alrededores. A este lado de la Celosía, los olores del bosque y de sus habitantes ganaron una intensidad abrumadora que abrumó los instintos más salvajes de Crow.

-¿Y ahora qué hacemos?-, quiso saber Canción-Oculta. La voz del alfa sonaba emocionada y nerviosa a partes iguales.

-Debemos seguir esa dirección-, les indicó Lars tras echar una pausada mirada al recipiente que sujetaba con la mano libre. La luz del cristal había desaparecido, como si nunca hubiese existido.

-¿Cómo puedes estar tan seguro?-, le espetó Faruq duramente. -Tu fetiche o talismán debe haberse estropeado, porque ya no emite ninguna luz.

-No, no está estropeado-, explicó impaciente el Theurge. -El Gran Uktena utiliza este ojo como una especie de brújula, señalando con su pupila la dirección en la que debemos dirigirnos.

-¿Seguro?-, insistió el Caminante Silencioso.

-Eso creo-, le respondió Lars.

-Venga, no perdamos más tiempo-, interrumpió Canción-Oculta. -Pongámonos en marcha.

-.-

Ascendieron por una pendiente cubierta de árboles, mientras escuchaban a su alrededor el incomprensible murmullo de los espíritus arbóreos. La oscuridad era casi completa, pero avanzaron con precaución siguiendo las indicaciones silenciosas del artefacto que portaba Lars. Después de unos breves instantes, Crow se percató de que alguien o algo les seguía, amparándose en la oscuridad reinante bajo las copas de los abetos gigantes. No obstante, el Ahroun reconoció la forma vagamente familiar de Uktena y sus movimientos sinuosos. De alguna forma, se sintió más tranquilo sabiendo que el tótem espiritual de su manada estaría con ellos pasase lo que pasase.

Al llegar a la cima, comprobaron que Selene se escondía en los cielos, con su rostro cambiante adoptando el de la Luna Nueva. Los Garou caminaron despacio siguiendo el perfil del monte durante unos cuantos metros más, seguidos por la forma furtiva, pero ahora completamente visible, de Uktena. No obstante, tuvieron que interrumpir su marcha al llegar al borde de un precipicio.

-El ojo indica que debemos seguir de frente-, anunció Lars inseguro.

Crow echó un vistazo hacia abajo. Sin la luz de Selene para ayudar en una escalada nocturna, el descenso directo sería prácticamente un suicidio. Por lo tanto, iban a tener que dar un rodeo y buscar un camino que les permitiese llegar al fondo del valle sin poner en peligro sus vidas. Con un suspiro, hizo públicos sus pensamientos. Canción-Oculta y Susurros-del-Pasado estuvieron de acuerdo con él inmediatamente, mientras Faruq prefirió silencio.

Lars, por su parte, miró al otro lado del valle con su único ojo, luego se volvió para observar a sus hermanos y luego alzó la vista hacia la hermosa Selene, oculta en alguna parte de aquel cielo oscurecido. Parecía que el Theurge estaba rumiando alguna idea, lo que hizo que Crow se sintiese inseguro de sus anteriores suposiciones.

-¿No estás de acuerdo con la idea de dar un rodeo?-, le preguntó.

-Sí... no... no lo sé-, respondió Lars dubitativo. -Creo que tengo una corazonada.

Crow se jactaba de ser rápido. A lo mejor no podía igualar la velocidad y la resistencia de Faruq en una carrera justa, pero tenía unos reflejos sobrehumanos en combate gracias al don espiritual del Espíritu de la Refriega. No obstante, ni él ni su hermano Caminante Silencioso pudieron predecir lo que iba a hacer Lars. El Theurge simplemente avanzó hacia delante, antes de que nadie pudiese detenerlo.

Lo esperable es que su hubiese caído hacia el fondo del valle, matándose sin remedio. Una muerte estúpida para un acto estúpido. Sin embargo, Lars no hizo eso. Pese a que ya no había suelo bajo sus pies que sostuviesen su peso, el Theurge permanecía a la misma altura, como si estuviese se pie sobre algún recodo o puente invisible. Lentamente, se volvió para mirarlos con una estúpida cara de sorpresa y alivio reflejada en su rostro. La misma que debían de tener el resto de ellos.

-¡Lo sabía, lo sabía!

-¿Cómo es posible?-, preguntó Crow intentando hacerse oír por encima de las atropelladas preguntas, maldiciones y exclamaciones de sorpresa emitidas por sus confusos hermanos.

-¡Es una Senda Lunar! Estoy caminando por una Senda Lunar.

-Pero... pero creía que los Puentes Lunares sólo comunicaban un túmulo con otro-, farfulló Faruq.

-Y así es, pero esto no es un Puente Lunar, sino una Senda Lunar.

-Ahora lo entiendo-, murmuró Susurros-del-Pasado asintiendo para sí. -Cuando Selene aparece en los cielos de la Umbra, deja a su paso Sendas Lunares que se entrecruzan y comunican muchos lugares. Dicen que es el medio de viaje más utilizado por los nuestros cuando se adentran en las tierras del espíritu.

-Vale, pero... ¿por qué no se ve?-, preguntó Crow intentando comprender. -¿Por qué es invisible?

-Dicen que las Sendas Lunares cambian con cada fase lunar adoptada por Selene-, les explicó el Theurge. -Normalmente brillan como si fuesen un sendero plateado, pero he oído decir que llegan a volverse casi invisibles durante la Luna Nueva.

-Sin embargo, podías haberte equivocado y hubiésemos perdido a otro miembro de la manada-, le reprochó el Ahroun.

-Tenía una corazonada.

-En cualquier caso, ¿la Senda Lunar es segura?-, preguntó de improviso Canción-Oculta para poner fin de forma prematura a la discusión.

-No deberíamos tener problemas si caminamos en fila y repetís todos mis movimientos. El ojo nos guiará por el camino correcto, aunque no veamos dónde pisamos. De todas formas, es posible que las Lúnulas nos pongan a prueba mediante enigmas y misterios para recorrer "su" Senda y puede que nos encontremos con alguna criatura del Wyrm que haya descubierto por casualidad este camino espiritual.

miércoles, 12 de junio de 2013

FARUQ (6 - 2)

Parque Estatal del Monte Tamilpais, California (EE.UU.)
18 de noviembre de 1998

Lars no dio señales de vida hasta la mañana siguiente, momento en que León-en-Marcha y otro Uktena lo trajeron a la arboleda donde se encontraba la manada de las Cinco Garras de Gaia. El Theurge estaba completamente extenuado y se durmió tan pronto como lo ayudaron a recostarse en el suelo. Canción-Oculta, que apenas había dormido durante esa noche, se quedó a su lado velando por él. Estaba claro que no había mucho que pudiesen hacer por él; así que mientras Crow se alejaba para continuar con sus ejercicios físicos diarios, Faruq decidió aprovechar el día y conocer los territorios protegidos por el Clan del Ojo del Oeste. No obstante, su sorpresa fue mayúscula cuando Susurros-del-Pasado le pidió permiso para acompañarlo.

-Si no te molesta, iré contigo-, dijo escuetamente. -Alguien tiene que vigilarte para que no te metas en problemas.

-No te preocupes. No le diré a nadie que has tenido que suplicar compañía a un Caminante Silencioso.

El Señor de la Sombra, habituado desde hace mucho a sus comentarios mordaces, se tragó su orgullo con toda la dignidad que pudo reunir y se limitó a permanecer callado sin morder el anzuelo. En su interior, Faruq lo respetó un poco más por aquel pequeño gesto. "En un par de años, lo convertiremos en un Garou digno de ese nombre."

-.-

La idea de explorar el parque natural había sido muy acertada. A pesar de que estaban ya a finales de año, la temperatura era extraordinariamente apacible, al menos si se la comparaba con lugares como St. Claire o Vancouver. A medida que habían dejado atrás las primeras horas de la mañana, Faruq estaba convencido de que debía hacer entre diez y quince grados. Sin embargo, el viento fresco del Pacífico parecía disminuir un poco esa temperatura, una situación idónea para forzar la marcha de su paseo sin sufrir grandes calores. La única nota discordante era el cielo. Estaba cubierto de nubes oscuras que amenazaban constantemente con descargar la lluvia que llevaban en su interior. De hecho, esas mismas nubes apenas dejaban estrechos espacios libres entre los que se colaban tímidamente los rayos del sol.

Al principio los dos Garou habían recorrido los senderos para turistas, aunque luego decidieron "pasear por su cuenta" en forma lobuna. Sus vagabundeos les llevaron a descubrir los particulares olores de los bosques californianos, correr a través de laderas montañosas o seguir el lecho de pequeños arroyos hasta que encontraban otra cosa que llamaba su atención. Normalmente, solían evitar llamar la atención de los humanos extraviados, pocos en cualquier caso en aquella época del año, o de los guardianes y la Parentela del Clan del Ojo del Oeste, y recorrieron libremente aquellos hermosos parajes.

"La belleza de Gaia es inigualable", reflexionó Faruq tras coronar, con un último esfuerzo, la cima de un peñasco. La vista era espectacular. Desde su privilegiada posición, podía contemplar gran parte del valle hasta el horizonte en todas las direcciones. Incluso creía poder divisar las aguas del Pacífico, pero no estaba seguro de si lo que veía era el océano o el mar de nubes que cubría el cielo. La belleza de cuanto contemplaba hizo que su cuerpo se relajase lo suficiente para adoptar de nuevo la forma humana. "Así está mejor", asintió para sí mismo. La forma del lobo tenía muchas ventajas, entre las que se contaban su velocidad, su resistencia y sus agudos sentidos del olfato y el oído, pero la forma homínida, a pesar de su torpeza natural, tenía una vista excelente.

Cuando se cansó del hermoso paisaje minutos más tarde, buscó a Susurros-del-Pasado con la mirada. El Señor de la Sombra no había llegado a la cima del peñasco, sino que había preferido detenerse en un saliente para contemplar las vistas. Faruq se acercó a él sigilosamente con la intención de darle un buen susto, pero la mirada perdida del Galliard le hizo cambiar de opinión y se preguntó qué podría estar pensando su hermano en esos momentos.

-Una vista preciosa, ¿verdad?

-En efecto-, admitió su hermano.

-Creía que a los Señores de la Sombra os gustaban más los picos jóvenes y cubiertos de tormentas, como los Bacanes.

-Querrás decir los Balcanes, Faruq...

-¡Eso! Nunca consigo recordar esos estúpidos nombres europeos.

El Señor de la Sombra le dirigió una mirada condescendiente, que luchó durante unos segundos con su propia mueca burlona antes de desistir y volver a centrarse en el paisaje que les rodeaba. No obstante, el Galliard continuó hablando animado sin mirarle.

-Los picos jóvenes y cubiertos de tormentas, como dices, son del agrado de muchos Señores de la Sombra porque les recuerdan las tierras natales de las que proceden nuestra tribu.

-¿A ti también te pasa?

-¿A mí?-, preguntó sorprendido Susurros-de-Pasado. -En ocasiones. Mi padre era un inmigrante húngaro y la familia de mi madre es de origen serbio, aunque ella nació en Estados Unidos. Me he pasado la mitad de mi vida en Chicago y la otra mitad en Vancouver. Francamente, de no ser por mi herencia como Señor de la Sombra, estaría tan perdido como lo están los simples humanos, sin saber a qué sitio pertenezco realmente.

Faruq permaneció en silencio, sorprendido por la revelación del Galliard. Su nuevo hermano de manada le había confiado una parte de su vida y de sí mismo, un hecho sumamente infrecuente en él. Durante unos segundos, Susurros-del-Pasado había roto su habitual hermetismo y ambos se habían convertido en hermanos, no sólo de nombre sino también de hecho. El Caminante Silencioso estaba dispuesto a confiar en él lo suficiente para hablarle de la dolorosa diáspora que sufría su propia tribu desde hacía milenios, pero Susurros-del-Pasado volvió a hablar después de una breve pausa.

-Sin embargo, no estaba pensando en las tierras de mis antepasados.

-¿Y en qué lo hacías?

-Este lugar es ciertamente hermoso por derecho propio, pero es demasiado pacífico. No ofrece retos que pongan a prueba las habilidades de un Garou. Las únicas amenazas que deben afrontar sus guardianes son unos pocos turistas humanos al año.

-Esa es la idea, Susurros-Seniles-, respondió Faruq intentando picarle. -El territorio del clan está a salvo de los siervos del Wyrm y de la contaminación de los humanos gracias a los métodos de los Hijos de Gaia y su Parentela. Han hecho un trabajo soberbio manteniendo oculta la naturaleza del túmulo y dejando que los Uktena locales se ocupen de sus asuntos, sean los que sean.

-No dejes que te contagien su ceguera, amigo mío. Los Garou locales están sumidos en la complacencia. Ni siquiera envían a sus jóvenes a Vancouver o el Amazonas para que se ganen unas buenas cicatrices. Te aseguro que cuando el Wyrm decida atacar este lugar, sus guardianes no estarán preparados para defenderlo.

-Esa retórica belicista funcionará muy bien con hombres lobo de otras tribus, pero no te será tan útil conmigo. Como he dicho, los Hijos de Gaia han hecho un trabajo extraordinario. Este clan nos recuerda la razón por la que luchamos, el premio que obtendremos si ganamos la guerra. Y ese símbolo es más importante que nunca hoy en día.

-Con el tiempo, ya veremos quién de los dos tiene razón-, respondió el Señor de la Sombra mientras se cruzaba de brazos y le dirigía una de sus odiosas miradas de suficiencia.

-Una de las cosas que aprendí de Voz-de-Plata fue a no subestimar el coraje de los Hijos de Gaia. Si el Wyrm ataca algún día este lugar, se llevará una buena sorpresa. Créeme.

-.-

La discusión con Susurros-del-Pasado le agrió el resto de la tarde y, para colmo, las nubes terminaron por descargar la lluvia que habían acumulado con tanto ahínco hasta ese momento. Los dos Garou decidieron regresar con el resto de sus hermanos, confiando en que Lars estaría ya despierto a esas horas de la tarde. Ambos adoptaron la piel del lobo para protegerse de los elementos y deshicieron rápidamente la distancia que los separaba de la arboleda donde se refugiaba su manada.

Cuando por fin llegaron a su destino, Faruq se alegró de que Lars estuviese completamente despierto y con aparente buena salud. Lo encontraron modelando pacientemente un trozo de barro, al que había dado forma de cuenco. El Theurge estaba inscribiendo unos símbolos con la afilada uña de una mano convertida en garra. Sin embargo, no se veía por ninguna parte a Canción-Oculta ni Crow.

-Me alegra ver que ya estás mejor, Lars-, lo saludó con sincero afecto. -¿Qué estás haciendo?

-Ya lo veréis, ya lo veréis-, respondió el Fenris sin levantar la mirada del recipiente de barro.

-¿Puedes decirnos al menos dónde están los demás?-, quiso saber Susurros-del-Pasado.

-Le he pedido a Crow que me traiga un cristal semi opaco. Lo necesito antes de que se haga de noche.

-¿Y Canción-Oculta?-, insistió el Señor de la Sombra.

-Me está ayudando con otro encargo. Tiene que traerme el agua escarlata de los hijos del secreto.

-¿El qué?-, preguntó sorprendido el Ragabash, sin tener muy claro si Lars se estaba burlando de él o si estaba hablando completamente en serio.

-Sangre de un Garou de la tribu Uktena-, murmuró en voz baja el Fenris, concentrado en la inscripción de los símbolos que estaba llevando a cabo. -No sé cómo no me di cuenta antes, pero Padre Peyote se refería  a eso desde el principio.

-¿Padre Peyote?-, repitió estúpidamente Faruq, mientras levantaba la vista para comprobar que Susurros-del-Pasado estaba igual de desconcertado que él. -Ahora sí que estoy convencido de que te has vuelto completamente loco, Lars.