miércoles, 20 de agosto de 2014

BC 26: Z'AAAL


"No tuvimos más noticias de nuestros anfitriones durante las siguientes horas. El día y la noche pasaron lentamente inmersos en una calma tensa que no auguraba nada bueno para nosotros. Presa de sus habituales delirios de grandeza, Mordekay se mostró confiado en todo momento y no perdía ninguna oportunidad para intentar ensalzar nuestros ánimos con este nuevo proyecto que habíamos acordado llamar Hermandad Apátrida, aunque la falta de noticias procedentes de la corte del Tirano de Velklir dejaron en evidencia sus planes.
En cualquier caso, mis hermanos, los viejos y los nuevos, y yo mismo aguardamos preparados para cualquier suceso. Conocíamos a la perfección el plano de la mansión, al igual que sus entradas y salidas, así como las mejores posiciones para controlar las entradas del edificio. Zenón incluso dibujó un tosco mapa callejero de su breve excursión por las callejas vecinas y comparamos sus vagas notas con los recuerdos de nuestra llegada a Velklir. Discutimos estrategias. Trazamos planes de actuación. No dejamos ninguna contingencia al azar.
No obstante, todas nuestras precauciones quedaron en saco roto cuando Karakos, que estaba apostado en una ventana situada en la esquina oriental de la primera planta de la mansión, nos informó que dos personas se estaban acercando desde la calle."

-.-

-No deberías haber vuelto-, manifestó Lambo con un regocijo malsano que no escondía el oscuro placer que sentía en esos momentos.

Las palabras del Astartes, proferidas a través de los altavoces de su yelmo, reverberaron en el patio de piedra de la mansión con la misma contundencia de un tañido fúnebre. Un estremecimiento resignado sacudió al traidor, que intentó hacer acopio de toda la dignidad que le quedaba para intentar mantenerse firme.

-Vengo a vosotros en calidad de emisario del gran Tirano de Velklir-, respondió el Magister Inmaterium. -¡Tal es su voluntad!

-Este gusano traicionero no debe ser portador de buenas noticias si lo han elegido precisamente a él como mensajero-, apuntó Lambo por el canal de vox de la escuadra.

-No tenemos tiempo para tus juegos, hombrecillo insignificante-, afirmó Mordekay divertido por la ironía de la situación. -Danos inmediatamente el mensaje de tu amo y te permitiré marchar con vida, por última vez.

Ajenos por completo a aquel conflicto dialéctico, Zenón y Orick apenas escuchaban palabra alguna. Sin saberlo, ambos estaban rendidos a una promesa invisible, un aroma cargado de almizcle y de tentaciones innombrables. Debajo de las pieles despellejadas que cubrían su carne, Lede les sonrió mostrándoles sus afilados colmillos y su lengua bífida se paseó obscena entre los labios.

-Pero antes, haz que se vaya-, exigió Nodius señalando a la criatura demoníaca. -Su presencia aquí es una ofensa para todos nosotros.

El Magister Inmaterium se volvió hacia la mujer poseída y le hizo un gesto nervioso con la mano buena. Sin dejar de sonreír, Lede dio unos cuantos pasos cortos hacia atrás, mirando todavía vorazmente a sus víctimas con sus orbes dorados, hasta que desapareció del patio de la mansión. Zenón volvió en sí mismo en ese instante,  avergonzado por su debilidad, pero Orick permaneció ensimismado por culpa de los últimos restos del olor sobrenatural que todavía flotaban en el aire.

-Habla ahora-, ordenó el psíquico de batalla.

-Los Catorce Factores de Surgub han descubierto vuestra presencia en Velklir y exigen que seáis hechos prisioneros y entregados a su custodia de inmediato. Aunque mi amo no esté dispuesto a cumplir estas ridículas exigencias, ha decidido que vuestra estancia en sus dominios debe finalizar cuanto antes. No obstante, en agradecimiento a vuestros servicios, pondrá a vuestra disposición una nave dorada que os transportará a cualquier destino de vuestra libre elección dentro del Vórtice de los Gritos.

-Estáis dando por sentado que queremos huir de este miserable planeta-, interrumpió Lambo, -Velklir puede rechazar nuestra ayuda, pero Tarnor no cometerá el mismo error.

-Me temo que eso no será posible.

-¿Y por qué no?

-Porque asesinasteis al Oráculo Mentiroso-, murmuró Zenón al recordar de repente una de sus últimas conversaciones con Marius.- Las tres ciudades estaban aliadas con él, ¿verdad? Fue esa la razón por la que decidimos no aterrizar en Tarnor desde el principio.

-Muy bien-, respondió el Magister Inmaterium visiblemente complacido.

-Quizás Marius hubiese mentido en ese punto-, empezó a elucubrar Lambo, -para tenernos controlados, limitando nuestras posibilidades desde el principio.

-Tal vez sea cierto, hermano-, advirtió Karakos con cautela. -Tanto Q'Sal como el Templo de las Mentiras adoran abiertamente a Tzeentch.

-Eso no significa nada-, respondió Nodius con desdén.

-¿Hay algo más que debamos saber?-, preguntó Mordekay hablando directamente al Magister Inmaterium.

-En efecto. Mi amo me ha elegido como su embajador personal y debo acompañaros en vuestros viajes para servir de enlace e intermediario entre sus deseos y los vuestros de la forma que estime más oportuna.

-No-, respondió Mordekay. -Si tu amo desea hacer futuras alianzas con nosotros, deberá elegir a otra persona como su representante. Tú no eres digno de nuestra confianza.

-El Tirano de Velklir no cambiará de parecer, noble Astartes, y contrariarlo podría resultar perjudicial para vuestros intereses. Además, soy la persona más indicada para ese puesto de confianza. Mi hechicería puede ser extremadamente necesaria en vuestros planes y he tenido la oportunidad de viajar en numerosas ocasiones por el Vórtice de los Gritos, por lo que estoy familiarizado con muchos de sus planetas y las gentes que los habitan.

-¿Planetas habitados?-, preguntó Zenón. -¿Cuántos?

-¿Quién sabe? Hay más de una treintena de mundos cartografiados por las naves doradas, pero ese número sólo es una simple aproximación. Probablemente ningún ser humano conozca nunca su cantidad exacta.

-Creía que sólo habría unos pocos planetas habitados, media docena como mucho. Esto lo cambia todo, Mordekay. Nuestras opciones son más amplias de lo que sospechábamos.

-Estoy de acuerdo-, murmuró taciturno el antiguo sargento. -¿Alguno de vosotros está en contra de abandonar Q'Sal a su suerte?

-Yo estoy en contra de llevarnos con nosotros a esta sabandija-, murmuró Lambo en calibanita por el canal de vox de la escuadra. Era el único que expresaba tan abiertamente esa inquietud.

-Es nuestra llave para salir de este planeta, hermano, pero te aseguro que cuando se presente la oportunidad nos desharemos de él sin miramientos.

-Bien. Entonces acepto-, respondió Lambo.

-Escúchame bien, brujo. Te aceptaremos como representante de tu amo con la única condición de que nos digas cuál es tu verdadero nombre-, explicó Mordekay al aludido.

El rostro del Magister Inmaterium, quedó oscurecido cuando frunció el ceño, dejando una pequeña mueca en la mitad de su cara que todavía conservaba los mayores resquicios de su piel natural. Los labios silenciosos aguardaron en tensión, a la espera de su decisión. Parecía que el antiguo sargento había acertado en el blanco sin proponérselo realmente.

-Z'aaal-, respondió a regañadientes el brujo. -Mi verdadero nombre es Z'aaal.

-En nombre de la Hermandad Apátrida, acepto tu estancia entre nosotros como representante oficial del Tirano de Velklir-, manifestó Mordekay con la misma voz ceremonial que empleaba en los viejos días de gloria de Caliban.

-Excelente, señor pero... ¿qué es la Hermandad Apátrida?

-Es una hermandad como ninguna otra en la galaxia, donde humanos y Astartes se sentarán por igual en la misma mesa para decidir su destino. Es un ejército que unificará el Vórtice de los Gritos y volverá sus armas contra el odiado Imperio. Es nuestro legado al universo: la promesa de la victoria final sobre todos nuestros enemigos.

Las palabras de Mordekay envolvieron a todos los presentes con una magia propia que casi asustaba. Incluso Zenón se sintió embargado por sus cantos de sirena. Durante unos preciosos segundos, nadie se atrevió a romper el silencio que siguió a aquella magnífica declaración de intenciones.

-.-

"Recuerdo con claridad ese día y las hermosas palabras que se dijeron. Los acuerdos, los tratos. La conveniencia de nuestros mismos actos. Afortunadamente la lejanía de estos mismos hechos me permite darme cuenta de los pequeños errores que se fueron amontonando sobre nuestros ideales.
Z'aaal aceptó el nacimiento de nuestra idea bastarda con poco más que un asentimiento conformista. Supongo que eso debió abrirnos los ojos, pero ninguno de nosotros podía ni tan siquiera adivinar lo que iba a sucedernos en los siguientes meses, así que recogimos alegremente nuestras escasas pertenencias con la idea de medrar en otro planeta más maduro para nuestros propósitos.
Unas horas más tarde, una vieja lanzadera nos transportó a una nave dorada anclada en el extraordinario anillo orbital que rodea el planeta de los hechiceros. De este modo, y por extraño que pudiese parecer, el Tirano de Velklir permitió que abandonásemos el planeta en uno de sus malignos navíos."


-.-

-El capitán de la nave necesita un destino. ¿Cuál elegís?-, preguntó Z'aaal sin poder ocultar del todo su propia curiosidad personal. Lede también estaba a su lado en la gran sala donde se alojaban. A pesar de las protestas de los Astartes, el Magister Inmaterium se había negado a abandonarla en Q'Sal.

-Lambo-, pidió con cortesía Mordekay.

-Esta es una carta de navegación del Vórtice de los Gritos que pude robar en el Templo de las Mentiras-, dijo el aludido mientras desplegaba dos grandes pliegos sobre una mesa. Aquella era una de esas pocas veces en las que el Astartes había aparecido sin su servoarmadura y sus enormes pero ágiles manos desplegaron la carta de navegación con precisión y rapidez.

Zenón la observó atentamente. El documento mezclaba elementos de un mapa estelar imperial con rasgos de una carta de navegación disforme de la Navis Novilitae. Distinguió con facilidad los planetas, las corrientes y las contracorrientes, pero su mente no encontró sentido al resto de los símbolos que salpicaban el manuscrito. "Obviamente, deben estar encriptados", decidió en silencio. "Interesante".


-El Vórtice de los Gritos es un enorme remolino, una herida del universo que une la realidad física y la Disformidad-, empezó a explicarles Z'aaal como un maestro dirigiéndose a sus alumnos menos avezados. -Los eruditos distinguen tres regiones dentro de ese remolino: los Mundos Crepusculares, el Anillo Interior y el Vórtice Inferior. La mayor parte de los planetas habitados por seres humanos se encuentran en la regiones periféricas, mientras que los demonios y otras criaturas disformes dominan las regiones interiores.

-Háblanos de los planetas más importantes en la periferia-, gruñó Mordekay pensativo.

-Ya habéis estado en Kymerus y Q'Sal, de modo que no puedo contaros nada que no hayáis visto por vuestra cuenta. Ghibelline y Guelph, son planetas en guerra donde se adora a Slaanesh y Nurgle respectivamente. Los Huecos es un planeta en ruinas, donde forjas del Adeptus Oscurus llevan siglos intentando destruirse mutuamente. La Hélice Irregular es una enorme cadena de asteroides infestados por piratas. Messia es un planeta inhóspito que tiene el dudoso honor de ser la única fuente permanente de promethium del Vórtice de los Gritos. Kurse es un mundo devastado cuyas lunas son famosas por sus pozos de sangre. En cuanto al resto de los planetas, son mundos salvajes habitados por humanos o xenos primitivos que son cazados sin tregua por esclavistas de todo tipo.

-¿Eso es todo?-, quiso saber Zenón.

-Así es.

-¿Qué opinas Mordekay?-, preguntó Nodius.

-La guerra hará brillar a nuestra Hermandad, por lo que debemos dirigirnos a ella desde el principio.

-El Vórtice de los Gritos parece entonces un lugar adecuado para prosperar-, manifestó Lambo sonriente.

-Aun así debemos ser prudentes si queremos sobrevivir en este lugar-, intervino Zenón haciendo que todas las miradas se posasen en él. -No podemos lanzarnos alocadamente a la aventura como tuvimos que hacer en Q'Sal o estaremos vagando de un lado a otro sin conseguir nada que merezca realmente la pena. Creo que deberíamos organizar nuestras prioridades, fijarnos en nuestras carencias y ponerles remedio.

-¿Las forjas de Los Huecos?

-¿Por qué no? Obtendremos armas, munición y víveres para movernos con mayor libertad.

-Yo apostaría mejor por los recursos críticos como el promethium y los esclavos-, decidió Nodius.

-¿Esclavos?-, preguntó Mordekay con incredulidad.

-Por lo que hemos visto hasta ahora, la mejor moneda de intercambio aquí son los esclavos-, le explicó Lambo pragmático. -Si queremos prosperar, tendremos que ensuciarnos las manos tarde o temprano.

-No, no lo permitiré de ninguna manera. Nuestros ancestros calibanitas prohibieron la esclavitud y no mancillaré su recuerdo. ¿Lo habéis comprendido bien?

-Olvida los esclavos por ahora. ¿Qué hay del promethium?-, propuso Nodius.

-¿Qué puedes decirnos de Messia, Z'aaal?

-Es un planeta inhóspito, sujeto a fuertes radiaciones solares y una atmósfera tóxica. Sólo hay dos ciudades, situadas en los polos planetarios, y clanes nómadas extraen el promethium de los yermos para venderlo luego en las ciudades. También he escuchado muchos rumores que hablan de pequeñas hordas de mutantes caníbales que infestan los yermos.

-¿Y qué sabes de Los Huecos?

-Los tecnosacerdotes del Adeptus Oscurus viven allí en una guerra que se ha prolongado ya varios siglos. Por un lado, está el Exoespectro, líder indiscutido de Forja Castir y, por el otro, está el Magos Onuris de Foja Polix, que tiene fuertes vínculos comerciales con las tres ciudades de Q'Sal.

-¿Y quién va ganando actualmente?-, quiso saber Zenón.

-Creo que nadie duda que el Exoespectro tiene ventaja en este conflicto, pero también he escuchado que las tropas del Magos Onuris han logrado conservar sus posiciones en el planeta hasta ahora.

-Parece que Messiah y Los Huecos son los objetivos más adecuados para rearmarnos y consolidar una base estable de operaciones-, razonó Mordekay. -Personalmente, creo que obtendremos ganancias más inmediatas en Los Huecos, pero me gustaría escuchar vuestra opinión. Votemos.

-Yo voto por Los Huecos-, afirmó Zenón. -Es la opción más sensata en estos momentos.

-Yo lo hago por Messia-, dijo Nodius.

-Voto por Los Huecos-, murmuró Karakos inmediatamente después de él.

-Yo también-, dijo Orick muy serio.

-Y yo-, exclamó Setus en voz baja. Parecía inseguro y nervioso por verse obligado a dar su opinión, como si temiese enfadar a cualquiera de los presentes y sufrir un nuevo maltrato físico en cualquier momento.

-¿Y tú Lambo?

-Mi voto ya no tiene sentido. Habéis ganado. Iremos a Los Huecos... ¿pero a quién vamos a apoyar?

-A Onuris, por supuesto-, respondió Mordekay presa de un repentino buen humor. -Es el que está más desesperado y el que nos recompensará con mayor generosidad cuando empecemos a inclinar la balanza de la guerra a su favor.

-Le comunicaré vuestra decisión al capitán del navío-, murmuró Z'aaal levantándose lentamente de su asiento.

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